Deepfakes y Medios Sintéticos: La Nueva Era de la Desinformación

Los deepfakes han evolucionado dramáticamente desde su aparición inicial, convirtiéndose en una de las 3 ciberamenazas que no ves en redes sociales más sofisticadas de 2025. Estas falsificaciones digitales utilizan inteligencia artificial avanzada para crear contenido audiovisual extremadamente realista. Los atacantes aprovechan redes neuronales profundas para generar videos, imágenes y audios que imitan con precisión a personas reales.

La tecnología deepfake ha alcanzado un nivel de sofisticación alarmante. Actualmente, los ciberdelincuentes pueden crear contenido falso utilizando apenas unas pocas fotografías o grabaciones de audio de la víctima. Las herramientas más comunes incluyen DeepFaceLab, Synthesia y Hedra, que permiten intercambiar rostros en videos y sincronizar audio clonado con imágenes fijas. Estas aplicaciones facilitan la creación de videos donde una persona parece decir o hacer algo que nunca ocurrió.

En el ámbito de la seguridad en LinkedIn, los atacantes utilizan deepfakes para crear perfiles falsos de ejecutivos o profesionales reconocidos. Estos perfiles engañosos se emplean para solicitar transferencias de dinero o acceso a información confidencial empresarial. La plausibilidad visual de estos videos hace que empleados desprevenidos caigan en la trampa, creyendo que reciben instrucciones legítimas de sus superiores.

Los deepfakes también impactan la seguridad en Instagram a través de campañas de desinformación dirigidas. Los atacantes crean contenido viral falso que promueve inversiones fraudulentas o productos inexistentes. Durante 2024, circularon múltiples videos falsos de figuras públicas recomendando plataformas de inversión que resultaron ser estafas. Estos contenidos aprovechan la confianza que los usuarios depositan en personalidades reconocidas.

Las consecuencias de los ataques deepfake van más allá del engaño inmediato. Pueden causar daño reputacional permanente, manipular la opinión pública y generar crisis de confianza en las comunicaciones digitales. Además, su capacidad para eludir sistemas de autenticación biométrica representa una amenaza directa para la protección de datos personales.

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Stalkerware y Aplicaciones de Espionaje Móvil

El stalkerware constituye una amenaza invisible que ha experimentado un crecimiento alarmante en los últimos años. Entre 2018 y 2019, las detecciones de stalkerware para Android aumentaron casi cinco veces, y el crecimiento continuó con un incremento del 48% en 2020. Esta forma de software malicioso se instala silenciosamente en dispositivos móviles para monitorear actividades sin el consentimiento de la víctima.

Las capacidades del stalkerware son extraordinariamente invasivas. Puede registrar llamadas telefónicas, mensajes de texto, ubicaciones GPS, historial de navegación, conversaciones en aplicaciones de mensajería y acceso a cámaras y micrófonos. Los atacantes instalan estas aplicaciones aprovechando el acceso físico temporal al dispositivo de la víctima, a menudo en contextos de relaciones personales cercanas.

En redes sociales, el stalkerware opera de manera particularmente peligrosa. Monitorea todas las interacciones de la víctima en plataformas como Facebook, Instagram, LinkedIn y WhatsApp. Los atacantes pueden acceder a mensajes privados, publicaciones, conexiones y patrones de comportamiento social. Esta información se utiliza posteriormente para acoso, chantaje o suplantación de identidad.

La sofisticación actual del stalkerware incluye técnicas de evasión avanzadas. Muchas de estas aplicaciones se disfrazan como herramientas de control parental o seguridad familiar. Operan de forma completamente oculta, sin aparecer en las listas de aplicaciones instaladas del dispositivo. Además, utilizan métodos de cifrado y anti-análisis para evitar la detección por parte de soluciones básicas de ciberseguridad.

Las ciberamenazas en redes sociales relacionadas con stalkerware afectan especialmente a la protección de datos personales. Los atacantes pueden interceptar códigos de verificación en dos pasos, acceder a cuentas bancarias y recopilar información suficiente para realizar fraudes de identidad completos. La naturaleza invisible de esta amenaza hace que las víctimas permanezcan vulnerables durante períodos prolongados sin darse cuenta del espionaje.

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Cryptojacking: Minería Oculta de Criptomonedas

El cryptojacking representa una forma sigilosa de ciberataque que utiliza recursos informáticos de las víctimas sin su conocimiento para minar criptomonedas. A diferencia del ransomware, que llama la atención sobre sí mismo, el cryptojacking opera en segundo plano con el objetivo de maximizar el tiempo de infección y la rentabilidad del ataque.

Los atacantes implementan cryptojacking a través de múltiples vectores. El más común incluye scripts JavaScript maliciosos insertados en sitios web o anuncios online. Cuando los usuarios visitan estas páginas, sus dispositivos comienzan automáticamente a minar criptomonedas. También utilizan correos electrónicos de phishing que cargan código de minería en los ordenadores de las víctimas tras hacer clic en enlaces maliciosos.

En el contexto de las redes sociales, el cryptojacking se propaga a través de enlaces maliciosos compartidos en publicaciones, mensajes privados y anuncios fraudulentos. Los atacantes aprovechan la confianza natural que existe en estas plataformas para distribuir contenido infectado. Facebook, Instagram, Twitter y LinkedIn se han convertido en vectores de distribución efectivos para estos ataques.

La criptomoneda más común en ataques de cryptojacking es Monero, debido a su naturaleza difícil de rastrear que atrae a los ciberdelincuentes. Los scripts de cryptojacking pueden dramar significativamente los recursos de procesamiento, aumentar el consumo de energía y reducir el rendimiento de los dispositivos. Para las empresas, esto se traduce en costos operativos adicionales y posible degradación de la infraestructura tecnológica.kaspersky

La detección del cryptojacking resulta compleja porque está diseñado para operar discretamente. Los atacantes utilizan técnicas sofisticadas como acelerar o pausar el uso de CPU según la actividad del usuario para evitar despertar sospechas. Además, pueden emplear cifrado y métodos anti-análisis para eludir soluciones básicas de detección de amenazas.

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Preguntas frecuentes

 

Las ciberamenazas son acciones maliciosas que buscan dañar, robar o manipular información dentro de sistemas informáticos, redes o dispositivos personales. Estas amenazas pueden ser ejecutadas por hackers, grupos organizados o incluso programas automáticos diseñados para comprometer la seguridad digital.

 

Las tres ciberamenazas más comunes son el malware, el phishing y el ransomware. Cada una actúa de manera distinta: el malware infecta los equipos, el phishing engaña a los usuarios para robar datos y el ransomware bloquea archivos hasta recibir un pago.

 

Una amenaza cibernética es la posibilidad o el riesgo de que ocurra un ataque, mientras que un ataque cibernético es la ejecución real de esa amenaza. En resumen, la amenaza es el peligro potencial y el ataque es el acto concreto.

 

Los ataques más comunes son el phishing, el malware, el ransomware, los ataques de denegación de servicio (DDoS) y el robo de identidad. Todos buscan vulnerar la seguridad digital para obtener información, causar daños o pedir dinero a cambio de recuperar datos.

 

Existen tres tipos principales de amenazas: las físicas, que afectan a los equipos; las lógicas, que involucran software o sistemas; y las humanas, que provienen de errores o malas prácticas de los propios usuarios.

 

En redes sociales se pueden encontrar amenazas como el robo de identidad, la suplantación de perfiles, la ingeniería social, los enlaces falsos, los mensajes fraudulentos y las aplicaciones que solicitan permisos peligrosos.

 

Es recomendable mantener las cuentas privadas, no compartir información personal, activar la verificación en dos pasos, cambiar contraseñas con frecuencia y no aceptar solicitudes de desconocidos. También conviene evitar hacer clic en enlaces sospechosos.

 

Los ciberdelincuentes atacan en redes sociales porque es fácil recopilar datos personales y aprovechar la confianza de los usuarios. Estas plataformas ofrecen un acceso rápido a información sensible que puede ser utilizada para fraudes o chantajes.

 

La ingeniería social se basa en manipular psicológicamente a las personas para que entreguen datos o realicen acciones perjudiciales. No requiere conocimientos técnicos avanzados y se apoya en el engaño y la confianza para lograr su objetivo.

Se puede sospechar de una ciberamenaza si el dispositivo funciona más lento, si se detectan accesos no autorizados, mensajes desconocidos enviados desde tu cuenta o archivos cifrados. En estos casos, lo ideal es cambiar contraseñas, desconectarse de la red y buscar ayuda profesional.